domingo, 14 de diciembre de 2008

Historia clínica

Para tener derecho al examen final de Propedéutica tuvimos que entregar nuestras historias clínicas que hicimos en el semestre, más la historia final que se supone debía ser perfecta.

Lo que no entienden nuestros maestros es que tenemos meros 20 años de edad. Crecimos con las computadoras y la mayoría sólo hemos visto una máquina de escribir, pero apenas las hemos usado. Aprendimos a escribir en el teclado de una computadora, no de esa cosa con fierros.

Pero lo que nosotros no entendemos aún es que en los hospitales de México (los públicos pues) todo se hace con máquina de escribir. Y así funciona nuestro país. Ni siquiera son máquinas del hospital, tú tienes que llevar la tuya!

Pues obviamente, la historia final debía ser a máquina. Y obviamente, ninguno de nosotros tiene.

Yo no me la compliqué, escaneé el formato y escribí sobre él con la compu. Pero las señoritas de mi grupo decidieron hacerlo de la manera correcta.

Luisa fue al mercado de Torreón y pagó por que lo escribiera una de esas señoras que escriben cartas. Marcela lo escribió con una máquina que no tenía barra espaciadora y Jenny la escribió con una de esas máquinas de los años 50’s que no te avisan cuando se acaba el renglón y que con cada tecleo se te cae un pedazo de dedo.

Yo creo las máquinas de esos tiempos trabajaban con madera en lugar de papel porque salió la hoja toda perforada, hasta parecía braille.

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Y la barra?

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Esque la máquina de Jenny no discrimina a los doctores ciegos

Por muy bien que me saliera la historia igual la cagué, porque la hice en equipo con Manzur y resulta que era individual, bueno ya ni modo.

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